Ficha técnica

Título: La Virgen Dolorosa, o sea, El Misterio del Dolor y su Consuelo

Autor: Antonio Pérez Díaz

Año de publicación: 1914

Páginas: 662

Altura: 16,5 cm

Anchura: 11,5 cm

Grosor: 3,5 cm

Peso: 350 g

Encuadernación: piel de gran calidad

Libro: antiguo, en buen estado de conservación

Sobre el libro

El libro La Virgen Dolorosa, o sea, el misterio del dolor y su consuelo está escrito por Antonio Pérez Díaz, quien se inspira a su vez, en el estilo poético de la obra El pie de la Cruz, de Federico Guillermo Faber.

El origen de este libro que estamos recomendando se encuentra en la plasmación de los pensamientos de Faber en forma de reflexiones para que los lectores puedan encontrar consuelo.

Estructura de la obra

El libro, compuesto por un único volumen, está dividido en dos tomos que a su vez se estructuran en capítulos. 

Tomo I:

  • Primer dolor: La profecía de Simeón.
  • Segundo dolor: La huida a Egipto.
  • Tercer dolor: El niño perdido.
  • Cuarto dolor: El encuentro de la Santísima Virgen con su Hijo en la calle de Amargura.

Tomo II:

  • Quinto dolor: María al pie de la Cruz.
  • Sexto dolor: El Descendimiento.
  • Séptimo dolor: El Santo Entierro y la Soledad de María

Lluvia de Cruces

Cada capítulo ayuda a meditar y para ello, a continuación mostramos un fragmento correspondiente a la página 331 del tomo I, cuarto dolor, capítulo XXVI titulado Lluvia de Cruces.

“Hemos de estar preparados también para hallar que una cruz lleva a otras; y que las pequeñas son preparación para otras mayores. Rara vez viene una cruz sola. Parece que se dan cita en nuestra alma. Frecuentemente (sobre todo después de grandes calmas y de la aparente inacción de la gracia) pasamos por toda una región de cruces, como la tierra atraviesa en ciertas épocas del año por entre una lluvia de estrellas errantes. Las cruces se siguen unas a otras sin tregua ni descanso. Ahora una sola y después dos, o tres, o cuatro simultáneamente; de modo que apenas podemos sostenernos en pie, ni menos andar. A lo menos así nos parece. A veces vienen por detrás y si nos hallan descuidados nos derriban al suelo. ¿Y quién no sabe que una caída con la cruz, aunque parezca perdonable, siempre lastima más que otra sin ella? Tal es la ley de la vida espiritual.

Hay personas que llevan una cruz toda la vida, sin que parezca que se les añaden otras. Pero aun entonces es lo mismo que si se añadiesen cruces nuevas, porque el camino nunca es uniforme; a veces es pedregoso, a veces nos hundimos en el barro. Hay días de un calor sofocante; o bien nos hallamos indispuestos de cuerpo o espíritu. Y se da el caso con frecuencia de que la misma cruz de siempre, sin causa aparente, se torna pesadísima e insoportable”.

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